En las calles de Ciudadela, todos recuerdan el otoño del ‘96. Ese fue el año en que apareció la muchacha de la imagen. Su historia es, cuando menos, bastante peculiar.
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Su llegada al barrio fue tan fugaz como determinante. Si bien sus primeras apariciones fueron esporádicas y distantes, poco a poco surgieron nuevos testimonios de vecinos involucrados.
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Rápidamente los rumores sobre un ánima que conocía los secretos y las intenciones ocultas de las personas se esparcieron por toda Ciudadela. Algunos trazaban mapas con los avistamientos y otros exclamaban que la joven solamente se presentaba ante personas de integridad dudosa o de moral cuestionable. Afirmaban además, que aquellos a quienes encontraba culpables eran objeto de implacables padecimientos tales como el escarnio público, la vergüenza o incluso la soledad y el olvido.
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Los casos se expandieron en ambas márgenes de la calle Rivadavia y con una diversidad sorprendente, desde monaguillos que robaban el dinero de las limosnas, hasta un chofer de la Línea 109 que se rehusaba a parar en las esquinas los días lluviosos.
Encontrá el resto de está historia en el libro "El paraíso de los errantes". Disponible también en ebook.
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